Hace un par de semanas, una amiga colombiana llego a España para trabajar y estudiar, así que mientras conseguía un apartamento donde vivir, la acogimos en nuestra casa por unos días.
Cada vez que ella llamaba para ir a visitar un apartamento o iba a conocerlo, nos comentaba su experiencia y nos hacía recordar esa difícil, incomoda y a veces desesperante situación de conseguir un lugar digno y no tan caro para poder vivir, que en Madrid es especialmente difícil de encontrar. Afortunadamente para mí, ese capitulo lo tuvo que vivir mi esposo, pues fue él el que llego primero y lo sufrió.
Lo primero es encontrar algo que medianamente se ajuste al presupuesto, luego llamar… he acá el primer problema: Evidentemente el acento no se disimula y cuando te oyen,
- “¿De dónde eres?”, te preguntan
- “Soy de Colombia”, respondes.
unos segundos después, y tal como le paso a nuestra amiga
- “No estoy interesado”, se escucha del otro lado (¡!).
¿Cómo? No está interesado porque soy de Colombia? Pero no sabe ni lo que hago? Así de malos somos? Pues sí, al parecer así de malos nos ven, pues muchos evitan hasta entrevistarnos por ser colombianos.
El segundo problema llega cuando te permiten ir a conocer la casa, pues te miran de arriba abajo hasta preguntarte si eres capaz de pagar lo que te están pidiendo, tal como le paso a mi esposo unos 3 años atrás. Ya dependerá que tan eficaz se es en lograr convencer al casero que uno es una persona de bien y que el hecho de venir de nuestra tierra, no quiere decir que seamos unos malandros.
El tercer problema se presenta cuando, como en el caso de nosotros, se busca una casa para compartir. Cuando mi esposo llegó a la nueva casa luego de pasar los filtros de la llamada y el casero, con el ánimo que caer bien y aún con la mentalidad de latino llegó saludando a todas las personas de la casa (4!) y fue ahí donde llegó la tercera dificultad (que por cierto no fue la última). Con una sonrisa sincera, que seguramente el sintió que mantuvo durante horas, los jóvenes sentados en la sala y que serían los futuros compañeros de apartamento, lo miraron con desdén de arriba abajo y ni siquiera musitaron un “Hola”, simplemente volvieron sus cabezas como si nada ni nadie estuviera allí. Golpe bajo.
Afortunadamente a este capítulo de nuestra estancia en España por ahora no tendremos que volver, pues tenemos un lugar decente donde vivir y un casero decente aunque distante (la verdad, mejor así) que no nos molesta mientras el arriendo entre muy cumplido en su cuenta.
Hola,què chèvere que saques tiempito para contar tus experiencias...yo estoy q me voy,mi esposo (colombiano)està muy dudoso de que me pueda adaptar...pero quiero arriesgarme...ya estoy sacando los pasaportes de nuestros niños,aunque me asusta la idea.
ResponderEliminarEres una mujer luchadora y personas Como tu ponen el nombre de Colombia en alto no importa en donde esten. Creo que tu blog es un mensaje positivo para aquellos q quieren rehacer sus vidas en otro pais y salir adelante. Eres un gran ejemplo de Fortaleza y optimismo.Gracias por compartir tus experiencias con la comunidad Colombiana.
ResponderEliminarMil gracias por esas palabras, con que mis experiencias ayuden a una persona ya he hecho mucho.
ResponderEliminar